por Anna Nador y Álvaro Molina
En 1979, el Servicio Nacional de Menores (Sename) se creó con la intención de proteger los derechos de niños, niñas, y adolescentes. Sin embargo, el sistema es cuestionado por su funcionamiento e incluso acusado de negligencias al descuidar los derechos que busca proteger. Son múltiples y sistemáticas fallas que salen a la luz en redes sociales a través de testimonios y denuncias de violaciones a los derechos de niños, niñas y adolescentes (NNA).
Los diferentes “hitos” que marcan las crisis del Sename en redes sociales no permiten ver el panorama completo, pero sí nos obligan a seguir un hilo que los conecta. Hace tiempo que la voluntad ciudadana por cambiar y reformar el sistema se ha hecho sentir por medio de hashtags como #No+SENAME o #NiñosVulnerados. Sin embargo, no se visualiza o percibe con claridad una comunicación política firme desde el Estado con respecto al tema.
Las redes sociales han logrado definir un claro eje en la opinión pública en cuanto a los necesarios cambios que necesita el Sename. En la esfera política abundan los discursos y consignas. Mientras tanto, niños, niñas, y adolescentes excluidos continúan sufriendo violaciones sistemáticas a sus derechos en los centros de atención del Sename. Es hora de que la política retome los hilos para que nunca más tengamos “hitos” como los que le fallaron a Lissette Villa, Ámbar Cornejo, y tantos otros menores de edad.
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