Una sociedad con amplios márgenes de expresión y libertades en el acceso a la información, como EE.UU. También puede estar sujeta a la manipulación y la sumisión electoral. 

     Estados Unidos tiene 325.7 millones de habitantes, repartidos en 13 estados. Un 66% es de origen hispano latino, alrededor del 70% se identifica como cristiano, y el estado con más habitantes es California, con 39.1 millones de personas. Su presidente es elegido por sufragio indirecto, por un colegio electoral, para un mandato de cuatro años y un máximo de dos legislaturas. En total cuarenta y cuatro personas, desde George Washington (1789-1797), han dirigido al país norteamericano. Cuatro de ellos muertos durante su mandato por causas naturales, y otros cuatro asesinados. “Nada puede merecer más nuestro patrocinio que la promoción de la ciencia y la literatura. El conocimiento es en todos los países la base más segura de la felicidad pública”. Aseguraba G. Washington en tiempos que se proclamaba la República Francesa, o Mozart componía La flauta mágica, y el Requiem en re menor. Cuando los agricultores de Pennsylvania se negaron a pagar un impuesto federal sobre el licor, G. Washington movilizó a un ejército de 15.000 hombres para sofocarlos. Lincoln se opuso en un principio a la esclavitud, y destacó por sus abiertas críticas a la guerra contra México, pero antes de morir promovió el derecho limitado a sufragio de los negros por pensar que podrían reivindicar finalmente su derecho a voto. Roosevelt fue propulsor de la política del garrote ”Big Stick”, apoyando la intervención militarista en Panamá, República Dominicana y Cuba. Un simple ejercicio revisionista de la cultura política estadounidense puede parecer un acto reminiscente estéril, pero la comunidad internacional observa minuciosamente el comportamiento de quien detenta el mayor nivel de influencia militar sobre el orbe. En este contexto, y para entender el último proceso eleccionario, hemos tomado una encuesta realizada a 848 ciudadanos estadounidenses, con la finalidad de obtener información sobre el consumo informativo y participación política, (elecciones 2016).

Según la literatura, en comunicación política, el consumo de noticias está directamente relacionado con el interés político, y a su vez, con la participación política. Mientras más me informo, más me intereso en el tema, y más probabilidades tengo de participar en la vida política de mi comunidad”. Efectivamente esta premisa se ratifica en virtud de los datos analizados, resultando que: a mayor nivel de información existe un mayor número de votantes, lo mismo para el rango etario y el nivel educacional. En relación a los medios de información, la población estudiada entre 40 y 69 años es la que tiene una mayor participación política, esta participación es sostenida. Las fuentes de información, para esta población, son los medios tradicionales, destacando la confianza en la televisión. Por su parte, lo ciudadanos más jóvenes,  claramente prefieren los nativos digitales, confirmando su vinculación con las redes sociales, destacando Facebook. A su vez esta población joven se ve movida a desafiar al sistema, estableciendo patrones de participación política más directa, y distinta a los comicios, pero a la vez observamos que llegado los 40, esta población ingresa en una lógica de legitimación del status quo.

Los resultados de este ejercicio dan cuenta de la importancia que los medios de comunicación tienen para los ciudadanos americanos, independiente si estos son tradicionales o digitales, pues ambos responden a las necesidades de distintos grupos. Por otra parte, cabe señalar que las redes no sólo son el gran canalizador de la expresión política y social de las nuevas generaciones, como señala el estudio. Sino principalmente un placebo para las emociones, necesidades, y relaciones interpersonales descartadas a cambio de la falsa seguridad de los perfiles. En relación a los medios de información, lo que no se coloca en cuestión es la veracidad de las fuentes a las que acceden los ciudadanos, un tema importante es determinar el nivel de veracidad en la información, muchas de las veces viciada, tendenciosa, o llanamente alterada. La libertad de mercado, en este sentido, entrega el poder de discernir al ciudadano, apelando a su nivel educacional, matriz cultural, ideológica, o de otra índole. Por otra parte, sólo agregar que en el espectro de política internacional, EE.UU. Carga con un legado histórico de engaño sistemático, ocultación y alteración de la verdad. En definitiva, la política norteamericana ha sido gran propulsora en la instauración del fake news, banderas falsas, operaciones militares encubiertas, etc. Causando un real extravío, en lo relativo a lo verídico, para sus propios ciudadanos, y también para la comunidad internacional.