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El queule es un árbol endémico de Chile, que apareció en la Tierra – de acuerdo a estimaciones científicas – hace aproximadamente 100 millones de años, por lo cual convivió con los dinosaurios, que se extinguieron hace 66 millones de años. Además, junto al canelo, está relacionado con las primeras plantas en tener flores en el planeta. ¿Y si es tan importante, por qué no es más famoso? Porque la actividad humana, la tala, los incendios y su difícil reproducción han reducido su presencia a tal punto que ya está en peligro de extinción.

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Queules en Hualqui. Crédito: Guillermo Yáñez

¿Qué es el queule?

Entre algunas quebradas y cerros de la Cordillera de la Costa, entre Maule, Ñuble y Bío Bío, vive el queule, científicamente conocido como Gomortega keule, un árbol endémico de esta zona Chile.

Se trata de un árbol al que muchos llaman “fósil viviente”: de acuerdo a la publicación “Protocolo de Colecta de Semilla del Queule” de 2022, fruto de una iniciativa entre el Ministerio de Medio Ambiente, la FAO y el Fondo Mundial para el Medio Ambiente; se concluyó que la especie es única y “el último sobreviviente de un linaje casi extinto, endémico y propio de la zona central de Chile”.

“Puede alcanzar sobre 30 metros de altura, con un tronco de diámetro medio entre 15 a 100 centímetros (…) Su fruto es alargado y de color amarillo, siendo uno de los más grandes de la flora nativa chilena. El queule, al igual que el canelo, es pariente de las primeras plantas que aparecieron en el planeta. Su origen se estima hace unos 100 millones de años. Hoy día, el queule sólo se encuentra en áreas muy discontinuas de la Cordillera de la Costa, entre el sur del Río Maule y la Cordillera de Nahuelbuta”, explicaron.

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¿Dónde está?

De acuerdo a la misma iniciativa entre el Estado de Chile y organismos internacionales, en el país existen 22 subpoblaciones reconocidas de queule, fragmentadas en el borde costero de Maule, Ñuble y Bío Bío.

No obstante, como se constató en el informe final del mencionado proyecto, en enero de 2020 se exploraron nueve subpoblaciones, contabilizando un total de 36 sitios con presencia del árbol entre el interior de Chanco y el norte de Cañete.

Los sitios fueron compartidos en el documento, pero localizados usando coordenadas UTM, las que se convirtieron con ayuda del Laboratorio de Epigenética de la Universidad de Concepción para ubicar los puntos en Google Maps, como se ve a continuación.

¿Por qué es tan especial el queule?

En las zonas costeras de estas tres regiones, los habitantes históricamente supieron del queule específicamente por su fruto, con el que se puede hacer mermelada y jugos.

Así lo recuerda el profesor jubilado René Ibáñez, del sector Agua de la Gloria de Hualqui, quien todavía cuida los pocos queules que quedan en su localidad.

Fruto del queule | René Ibáñez

No obstante, este árbol también es importante científicamente.

Pablo Azúa es agrónomo y por años ha trabajado en materias medioambientales relacionadas con el queule en el Bío Bío. Fue, además, miembro del equipo que sacó adelante en el proyecto con la FAO.

Consultado sobre su apreciación acerca del queule, él cree que es un árbol “mágico” porque, desde un punto de vista evolutivo, no debería existir.

Por otro lado, Roberto Francesconi, ambientalista del Bío Bío y autor del Libro de Oro Queule, apunta a la antigüedad de la especie, su presencia desde tiempos prehistóricos en la zona y el rol del árbol como un “tesoro” para la región.

Junto con lo anterior, en su libro, el ambientalista cifró en alrededor de mil los ejemplares vivos en todo Chile.

Amenazas

En línea con los documentos producidos por el proyecto con la FAO, las amenazas de la especie son “las propias del bosque nativo”, alertaron.

“Cambio de uso de la tierra desde bosque nativo a plantaciones comerciales, agricultura o ganadería de baja escala, degradación de los bosques por tala ilegal y por incendios forestales, explotación excesiva de su leña y sus frutos, presencia de ganado-herbívoros, que afectan la regeneración, el cambio climático, invasiones de especies de flora y fauna alóctona y la escasa y poco exitosa regeneración sexual que presenta la especie. Proyectos mineros y expansión urbana son amenazas recientes de alto impacto a sus poblaciones de alta relevancia”, detallaron.

Ejemplo de lo anterior es Penco, donde se han detectado poblaciones del árbol y organizaciones comunales hace años luchan contra la llegada de la minería de tierras raras.

En Hualqui, donde también hay presencia de Gomortega keule, Guillermo Yáñez es informador turístico en la Municipalidad, e igualmente trabaja por la conservación del árbol.

En marzo de 2021 se alertó de una posible tala de queules en esa comuna, en un predio de propiedad de Forestal Arauco, y por su vinculación con el árbol él fue contactado por la prensa para confirmar lo ocurrido.

Aunque terminó siendo tala total de otros árboles nativos, él cree que los leñadores no acabaron con los queules porque no sabían qué es.

Por todo esto no sorprende que desde 2018 que la especie está catalogada como “en peligro de extinción” por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Y la misma organización calcula que en Chile quedan entre 930 a 1.130 ejemplares vivos.

Bosque de queules en Hualqui | Guillermo Yáñez

La Armada de Chile y el queule

La actividad legislativa y estatal en defensa de esta especie comenzó recién en 1995, con su declaración como Monumento Natural.

Tuvieron que pasar casi 30 años para que el mismo Estado diera un impuso real en favor de su protección con la publicación, en 2023, del decreto con que se creó el Plan de Recuperación, Conservación y Gestión del Queule, que tiene como meta, a diez años, aumentar en 10% la cantidad de árboles maduros, disminuir las amenazas y mejorar su protección.

Aunque en general es el mundo privado el que tiene en su poder grupos de queules, en Talcahuano ocurre algo particular: es la Armada la que por décadas ha lucrado con la plantación de monocultivos sin control.

La historia es así: en Chile, desde el 21 de julio de 1953 que las Fuerzas Armadas pueden llevar a cabo actividades forestales o agrícolas en predios bajo su control luego de la promulgación del Decreto con Fuerza de Ley 130 del Ministerio de Hacienda, que “fija dependencia de los predios fiscales destinados al servicio de las Fuerzas Armadas para campos de ejercicios o maniobras”.

¿El problema? Esto terminó con la Armada lucrando en base a negocios forestales de pino y eucalipto sin planes de manejo, requeridos por ley; negándose a la fiscalización de Conaf.

Negocio forestal en terrenos de la Armada en Talcahuano | Emilio Lara

Lo anterior quedó plasmado en el Informe Especial 225/2015 elaborado por la Contraloría en 2015, tras lo cual el órgano finalmente zanjó que la Armada debía acatar la ley, presentar planes de manejo a Conaf y actuar dentro del marco legal.

En una respuesta vía Portal de Transparencia de diciembre de 2023, la Armada admitió que aunque sabe que tiene queules y los ha delimitado, “no existe un plan de protección propiamente tal en la Institución”.

¿Qué le depara el futuro?

Lo anterior choca con las acciones a nivel central de protección y conservación de la especie.

Y para Pablo Azúa, tanto los privados como la Armada tienen una “deuda” con el queule.

No obstante, reconoce que hay mejores manejos, ya sea en base a más conocimientos o presión ciudadana, y dice que más que buscar un responsable para culpar los actuales administradores de predios deben hacerse cargo del cuidado y preservación.

Queule pequeño en invernadero de Penco | Roberto Francesconi

Sobre el decreto de 2023, en el cual participó, él cree que el instrumento es “interesante” y “necesario”, que su principal fortaleza fue su elaboración, contar con algo al respecto; y que la principal debilidad sería que el interés que se le dé no sea suficiente para que genere cambios palpables.

Por otro lado, Roberto Francesconi cree que la respuesta de la Armada en materia de protección del queule es deficiente, que la institución considera a la especie como un producto y que si esta no puede cuidarla como corresponde debería entregar las poblaciones a instituciones sectoriales que sepan cómo hacerlo.

Derecho humano al medio ambiente sano, limpio y sostenible

Actualmente, Chile es noticia en el escenario jurídico y ambientalista internacional: en 2023, junto a Colombia, solicitó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos una Opinión Consultiva sobre los alcances y obligaciones estatales para responder en materia de emergencia climática y Derechos Humanos.

El Tribunal ya prepara su decisión, luego de sesiones históricas en Barbados y Brasil.

Pero no es el único caso de este mismo tipo: también en una Opinión Consultiva, a fines de mayo, el Tribunal Internacional del Derecho del Mar (un órgano de la ONU) dictaminó que las emisiones humanas de gases de efecto invernadero son “contaminación” para los mares y que los Estados tienen el deber de reducir, controlar y prevenir su producción.

El otro es el caso presentado por la ONU ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya: en marzo de 2023, la Asamblea General aprobó solicitar al máximo tribunal de la ONU una Opinión Consultiva en relación al actuar de los Estados con la emergencia climática.

Aunque el derecho a un medio ambiente sano limpio y sostenible ya es un derecho humano universal desde julio de 2022, este todavía no es vinculante, y necesita de la adopción de tratados internacionales que refuercen esta garantía.

De esta manera, decisiones como la de la Corte Interamericana servirán como instrumentos para comenzar a dotar de contenido a este derecho y crear nueva jurisprudencia.

Al conocer de estos tres casos, Roberto Francesconi se alegra, ya que cree que estas instancias servirán para revertir daños ambientales y resaltar la naturaleza.

Sin embargo, aún así cree que el queule tiene sus días contados.

¿Qué aprendimos de este reportaje?