Los buses eléctricos en Chile han posicionado al país como un líder mundial en la adopción de tecnologías de transporte sostenible, luego de destacar por tener la flota de buses eléctricos más grande del mundo fuera de China. Pero, ¿qué tan ecológica es realmente esta flota comparada con una basada en combustibles fósiles? En este reportaje, exploraremos las ventajas ambientales de los buses eléctricos en Chile, los desafíos que enfrentan y cómo están cambiando el panorama del transporte urbano.
Orgullosamente realizado por Vicente Antonio Barraza Sepúlveda
¿Cómo es un bus eléctrico en Chile?
Los buses eléctricos en Chile representan una innovación en el transporte público, destacándose por su diseño eficiente y sostenibilidad. Equipados con motores eléctricos de alta eficiencia y baterías de iones de litio, estos buses ofrecen una autonomía de hasta 300 kilómetros por carga. Sus infraestructuras de energía incluyen cargadores rápidos, que optimizan el tiempo de recarga de los mismos. El sistema de gestión de esta energía, que incluye el frenado regenerativo, garantiza un uso eficiente de ella, mientras que los interiores cómodos, accesibles y tecnológicamente avanzados de estos buses proporcionan una experiencia de viaje superior.
Además de sus beneficios operativos, los buses eléctricos en Chile son ecológicos, por lo que emitien cero contaminantes y reducen la contaminación acústica. Los sistemas de telemetría y GPS aseguran un control y monitoreo precisos, optimizando rutas y mejorando la eficiencia. Fabricantes como BYD y Yutong lideran la flota, ofreciendo modelos confiables como el BYD K9 y Yutong E12. Estos buses eléctricos no solo mejoran la calidad del aire en ciudades como Santiago, sino que también establecen un modelo a seguir en movilidad urbana sostenible a nivel mundial. Pero, ¿son tan buenos como los pintan?
Reducción de emisiones: un impacto positivo en la calidad del aire
Uno de los beneficios más significativos de los buses eléctricos es la reducción de emisiones contaminantes. A diferencia de los buses que funcionan con diésel o gasolina, los buses eléctricos no emiten dióxido de carbono (CO₂), óxidos de nitrógeno (NOx) ni partículas finas (PM10 y PM2.5), que son responsables de problemas respiratorios y enfermedades cardiovasculares. Además, en Chile 12 ciudades han sido declaradas como zonas saturadas en Material Particulado, siendo el sector del transporte una de las principales preocupaciones para las autoridades. Por ello, el aporte de los buses eléctricos en esta índole es bastante positivo.
Al respecto, los datos pertenecientes a la tesis “Emisiones de CO₂ asociadas a los procesos de fabricación y uso de buses con motor diésel y eléctricos del sistema de transporte público de la ciudad de Santiago de Chile” realizada por la casa de estudios de la Universidad de Chile, son visibilizadores:
Buses a diésel: Emiten aproximadamente 1,3 kilogramos de CO₂ por kilómetro recorrido de manera directa.
Buses eléctricos: Las emisiones directas de CO₂ que emiten son nulas.
Esto se traduce en una mejora significativa de la calidad del aire en ciudades como Santiago, donde la polución y el esmog han sido históricamente un problema grave. Encargados de combatir este desafío son los modelos pertenecientes a las marcas chinas BYD, Yutong, Foton, Zhontong y King Long, principalmente, con 2.310 ejemplares de buses eléctricos. Un dato que fue actualizado en la última Cuenta Pública a 2.480.
El dato que fue revalidado en la ocasión pertenece a E-Bus Radar, página web en donde se lleva el registro de los buses eléctricos que circulan por Latinoamérica y que contiene datos hasta diciembre 2023, agregando que esta flota de buses eléctricos ha evitado la generación de 246,81 kilotones de emisiones de CO₂ al año en nuestro país.
Un ahorro de emisiones que depende directamente “de las condiciones de manejo de los buses, de si quienes los conducen hacen aceleraciones bruscas o manejan por pendientes, por ejemplo”, explica Louis de Grange, decano de la Facultad de Ingeniería y Ciencias UDP, que además respalda el dato.
Eficiencia energética: mayor operatividad, menor consumo
Los buses eléctricos son más eficientes energéticamente que los de combustibles fósiles. Un bus eléctrico convierte más del 85% de la energía eléctrica de la red en movimiento, mientras que un motor de combustión interna convencional solo convierte alrededor del 20-30% de la energía del combustible en movimiento, el resto se pierde en forma de calor.
Esto último según los datos del trabajo de título de la Universidad Técnica Federico Santa María llamado “Conversión de vehículo convencional a vehículo eléctrico“, el que fue realizado por Maximiano Smith Cordero y Luis Alarcón Vásquez. Smith y Alarcón, por ese entonces estudiantes, citaron al texto “Vehículos eléctricos. Historia, estado ectual y retos futuros” en su trabajo, de ahí obtuvieron los valores mencionados.
“Esto se debe a diferentes razones asociadas al diseño físico de ambos tipos de motores. La eficiencia de los motores eléctricos es mayor debido a que tienen menor pérdida de calor. Los motores a diésel generan más calor y por ende pierden más energía al funcionar, en lugar de usarla en la tracción o movimiento del vehículo”, dice Louis de Grange, quien también es ingeniero industrial y especialista en transportes.
Fuente de electricidad: el reto de las energías renovables
Para que los buses sean verdaderamente ecológicos, la fuente de la electricidad es crucial. Chile ha aumentado su generación de energía renovable gracias a sus abundantes recursos naturales. La energía solar y eólica representan una parte importante de la mezcla energética, lo que reduce aún más la huella de carbono de los buses eléctricos.
En 2020, cerca del 46% de la electricidad en Chile provino de fuentes renovables.
Proyectos en marcha buscan aumentar esta cifra, haciendo la carga de buses eléctricos aún más verde.
Aun así, hay quienes han levantado alarmas señalando que esta destacada flota de buses eléctricos chilenos no se permite cargar completamente con electricidad, por lo que existen puntos de carga que utilizan generadores que se nutren de petróleo para hacer funcionar los buses. Al respecto, se solicitó a través de la Ley de Transparencia los modelos de los cargadores que utilizan la flota de buses eléctricos y sus características, pero al momento de publicar este reportaje no ha habido respuesta. Además, se contactó al Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones de Chile (MTT) y al Directorio de Transporte Público Metropolitano (DTPM), pero no hubo respuesta hasta momento de publicación de este texto.
Menor contaminación acústica: un beneficio para la salud y el bienestar
Otro aspecto ecológico y socialmente positivo de los buses eléctricos es la reducción de la contaminación acústica. Estos vehículos operan de manera mucho más silenciosa que los buses a diésel, lo que contribuye a un entorno urbano más agradable y menos estresante para los residentes.
Esto se hace más relevante en flotas numerosas de vehículos, en vehículos pesados con motores diésel o en vehículos operandos a velocidades por sobre los 50 kilómetros por hora (km/h). La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda niveles de ruido para espacios al aire libre que no superen los 55 decibeles y el Ministerio del Medio Ambiente, en su mapas de monitoreo de ruido ha identificado puntos de acceso público que tienen niveles de ruido por sobre los 70 decibeles e incluso llegando a 90 decibeles, es decir, hasta un 64% por sobre el nivel recomendado.
En una medición, realizada en diferentes puntos de Santiago en 2019 por el Ministerio del Medio Ambiente de Chile, se muestran diferencias de hasta 21 decibeles entre los buses diésel y los buses eléctricos. Dado que la escala del decibeles está expresada en potencia, esto significa que son hasta 100 veces menos ruidosos que sus pares de diésel, según explica La Tercera. Un bus tradicional en circulación suele registrar 80 decibeles en el sonómetro, mientras que uno eléctrico suele marcar 60.
Conclusión
A pesar de los muchos beneficios, la transición hacia una flota de buses eléctricos no está exenta de desafíos. La infraestructura de carga debe seguir expandiéndose para soportar el crecimiento de la flota. Además, la gestión eficiente de la energía y la integración de tecnologías de almacenamiento son áreas que requieren atención continua.
“Hay que esperar cómo funcionan después de algunos años. Específicamente, cómo varían los costos de mantención, así como también estudiar el comportamiento de la batería. Aún la flota de buses eléctricos en Chile es bastante nueva, y han funcionado bien, pero el análisis debe realizarse para una vida útil de 10 años, y aún falta mucho para ello”, agrega Louis de Grange.
Aun así, la flota de buses eléctricos de Chile es un paso significativo hacia un futuro más sostenible y saludable. Al comparar con los buses a combustibles fósiles, los beneficios ambientales son claros: menor emisión de contaminantes, mayor eficiencia energética, y reducción de la contaminación acústica. Sin embargo, para maximizar estos beneficios, es crucial continuar invirtiendo en infraestructura y en la expansión de energías renovables.
La experiencia de Chile sirve como un modelo inspirador para otras naciones que buscan reducir su huella de carbono y mejorar la calidad de vida urbana a través de soluciones de transporte ecológicas.